martes, 17 de octubre de 2006

Sabina, en pie de guerra

De nuevo el pabellón Príncipe Felipe rendido a los pies de Joaquín Sabina. Un Sabina excelente, que ofreció un concierto impecable en el que supo dar plena satisfacción a los fans más entregados y a quienes no lo son tanto. Y encontrar es punto justo de equilibrio, capaz de ofrecer a un público masivo y festero lo que demanda, manteniendo al tiempo un altisimo nivel de calidad, dice mucho a favor del artista. A veces Sabina ha dado la impresión de caer en la autocomplacencia, pero el espectáculo de esta gira "Carretera y top manta" -que concluía en Zaragoza, según él mismo dijo- admite muy pocos reparos.
El sonido, por ejemplo fue inmejorable; la voz de Sabina se escuchaba perfectamente y lo mismo a sus músicos, una banda de lujo en la que figuran los habituales Antonio García de Diego, Pancho Varona y Olga Román, más el batería Pedro Barceló y el guitarrista jaime Asúa. Y mención especial para las proyecciones audiovisuales que adornaban las canciones: relamente bonitas y, en algunos casos, impactantes, como cuando recuerdan las imágenes de la matanza de Mi Lai o la barbarie en Iraq, en un alegato antibelicista.
Sonaba entonces "En pie de guerra", expléndida adaptación sabiniana de un tema de Lonard Cohen. La imagen de cantautor canadiense también apareció en la pantalla: quizá muchos de los asistentes desconozcan su obra, así que no viene mal que Sabina la reivindique en público. Previamente habían sonado temas como "Ahora", "Quién me ha robado el mes de abril" o "Nube negra"; luego escuchamos piezas como "Conductores suicidas", "Calle melancolía", "Pájaros de Portugal" o "La Magdalena".
En los puestos de merchandising se vendían bombines y bastones como los que luce Sabina en el escenario, y al cabo de un rato los pasillos del Príncipe Felipe estaban repletos de émulos suyos, de esa imagen bohemia y canalla que ha hecho fortuna. Sus versos seducen a las señoritas -había muchas y muy radiantes- tanto como a los varones, a quienes seguramente les gustaría ser capaces de decir cosas así a sus amadas. La palabra es un arma cargada de futuro, que decía el peta; Sabina, como un para de días antes Serrat, sabe perfectamente que es la mejor arma de seducción.
Es posible que Sabina, a estas alturas de su larga carrera, haya dado ya lo mejor de su inspiración creativa; pero el oficio de hacer canciones -y de saber transmitirlas al público- no se pierde con la edad, ni con los problemas de salud. El de Úbeda dio toda la impresión de que le queda cuerda para rato.
Crítica del concierto de Sabina en Zaragoza, publicada en el Heraldo de Aragon el Domingo 15 de octubre.
Autor: Gonzalo de la Figuera



2 comentarios:

Anónimo dijo...

vecino!! jajaja
q bien estuvo el concierto... me he pasado por tu blog pq como lo comentaste en el concierto... bueno pues ya nos veremos por el barrio o por el foro! q vaya muy bien!!

Sandra.

Anónimo dijo...

Has elegido un buen comentario y lo comparto, Sabina es grande, te gustará más o menos, pero es grande.
Un abrazo y sigue disfrutando con todo lo que haces.
Blanca